Oración cuando me siento insuficiente: buscando identidad en Dios

Señor, hoy vengo ante Ti con el corazón en pedazos.

Me siento pequeño, invisible, como si no fuera suficiente para nada ni para nadie.

A veces me pierdo en comparaciones, en expectativas que no alcanzo.

Pero aquí estoy, sin máscaras, pidiéndote que me recuerdes quién soy para Ti.

Háblame, Padre.

Dime otra vez que no tengo que ganarme Tu amor, que ya me lo diste completo.

Dios mío, a veces me siento como un error.

Como si todo lo que hago no bastara.

Pero Tú, que me formaste en el vientre, sabes quién soy de verdad.

Recuérdame que no soy mis fracasos, ni mis miedos, ni mis dudas.

Que soy Tu hijo, amado, escogido.

Ayúdame a ver lo que Tú ves cuando me miras, no lo que el mundo dice de mí.

Padre, me cuesta creer que tengo valor.

Me siento débil, inseguro, como si no tuviera nada que ofrecer.

Pero Tú dices que soy obra maestra, que me diste dones únicos.

Ayúdame a dejar de esconderme.

A confiar en que, aunque no lo vea, Tú estás obrando en mí.

Que no necesito ser perfecto para ser útil en Tus manos.

Enséñame a caminar con esa verdad.

Jesús, a veces me siento como si no tuviera identidad.

Como si me hubiera perdido entre tantas voces que me dicen quién debo ser.

Pero Tú me llamas por mi nombre.

Tú me conoces mejor que nadie.

Recuérdame que soy Tuyo, que no necesito fingir ni compararme.

Que en Ti tengo un lugar, un propósito, una razón para seguir.

Ayúdame a creerlo, incluso cuando dude.

Espíritu Santo, ven y llena este vacío que siento.

Hay días en que me cuesta respirar, en que el peso de no sentirme suficiente me aplasta.

Pero sé que Tú eres consuelo, fuerza, verdad.

Susúrrame que no estoy solo, que no tengo que cargar con todo.

Que en mi debilidad, Tu poder se perfecciona.

Quédate conmigo, y enséñame a descansar en Tu presencia.

Señor, gracias por no cansarte de mí.

Por seguir hablándome cuando yo me callo.

Por recordarme que no soy un accidente, que fui creado con intención.

Ayúdame a soltar la necesidad de demostrar, de agradar a todos.

Que mi identidad esté firme en lo que Tú dices, no en lo que otros piensan.

Que mi valor venga de Tu amor, no de mis logros.

Padre, termino esta oración con el corazón más liviano.

No porque todo haya cambiado, sino porque me has recordado quién soy en Ti.

No soy mis errores, ni mis inseguridades.

Soy amado, redimido, sostenido por Tu gracia.

Ayúdame a caminar cada día con esa verdad en el alma.

Gracias por escucharme, por sostenerme, por no soltarme nunca.

En Ti descanso, en Ti confío.

Amén.