Las políticas migratorias de Trump y su impacto en Latinoamérica

Cuando Trump llegó al poder, su promesa de construir un muro y endurecer las leyes migratorias cambió el

panorama para millones de migrantes.

Su política de 'tolerancia cero' llevó a la separación de familias en la frontera, generando indignación global.

Pero más allá de EE.UU., estas medidas obligaron a muchos países latinoamericanos a replantear su relación con Washington

y a endurecer sus propias políticas migratorias para evitar crisis humanitarias.

Uno de los mayores impactos de las políticas de Trump fue el acuerdo con México conocido como 'Quédate

en México'.

Este obligó a miles de solicitantes de asilo a esperar en territorio mexicano mientras se resolvían sus casos

en EE.UU.

Ciudades fronterizas como Tijuana y Ciudad Juárez vieron un aumento en campamentos improvisados, lo que generó tensiones sociales

y económicas.

México, bajo presión, tuvo que reforzar su control migratorio en el sur.

Trump también presionó a países como Guatemala, Honduras y El Salvador para firmar acuerdos de 'tercer país seguro'.

Esto significaba que los migrantes debían solicitar asilo en estos países antes de llegar a EE.UU.

Sin embargo, estas naciones no tenían la infraestructura para manejar la demanda, lo que dejó a miles de

personas atrapadas en condiciones precarias.

La migración no se detuvo, pero sí se volvió más peligrosa y costosa para quienes intentaban cruzar.

Las restricciones impuestas por Trump también impulsaron nuevas rutas migratorias.

Ante el endurecimiento en la frontera con México, muchos optaron por viajar a Sudamérica y cruzar la peligrosa

selva del Darién entre Colombia y Panamá.

Este trayecto, antes poco transitado, se convirtió en una de las rutas más utilizadas, con miles de personas

enfrentando condiciones extremas.

La crisis migratoria se descentralizó, afectando a más países de la región.

A pesar del cambio de administración en EE.UU., las políticas de Trump dejaron una huella duradera en América

Latina.

Muchos países siguen lidiando con el aumento de migrantes y la presión de Washington para frenar los flujos

migratorios.

Además, el discurso antiinmigrante que promovió sigue influyendo en la política estadounidense.

La migración en la región sigue siendo un desafío complejo, con raíces profundas que van más allá de

cualquier gobierno.