La mujer que ungió a Jesús: ¿devoción o derroche?

Imagina gastar el salario de todo un año en un solo frasco de perfume.

Eso fue lo que hizo una mujer anónima al ungir a Jesús.

Los presentes se quedaron boquiabiertos: ¿cómo podía desperdiciar algo tan valioso?

Pero su gesto iba mucho más allá del dinero.

¿Qué motivó realmente a esta mujer a hacer algo tan radical?

El perfume, conocido como nardo puro, era un lujo reservado para los más ricos.

Su aroma llenó la estancia, y el escándalo fue inmediato.

Algunos discípulos protestaron: “¡Esto podría haberse vendido y dado a los pobres!” Pero Jesús defendió a la mujer.

¿Por qué valoró tanto este acto?

¿Qué mensaje quería transmitir con su reacción?

Jesús vio en el gesto de la mujer una devoción auténtica, un amor que no calcula el costo.

Para él, el valor del sacrificio no estaba en el precio del perfume, sino en la intención del

corazón.

Este acto se convirtió en símbolo de entrega total, desafiando la lógica de quienes solo ven números y

no sentimientos profundos.

Hoy, este episodio sigue provocando preguntas: ¿Qué estamos dispuestos a ofrecer por lo que realmente amamos?

La historia de la mujer y su perfume nos reta a pensar más allá del valor material y

a preguntarnos si nuestras acciones reflejan lo que más valoramos.

¿Devoción o derroche?

A veces, lo que parece locura es, en realidad, amor verdadero.