¡Feliz cumpleaños, amigo! Recordando nuestras mejores anécdotas

¿Recuerdas aquella vez que intentamos hacer una barbacoa y casi incendiamos el jardín?

Entre el carbón mal colocado y el viento en nuestra contra, terminamos pidiendo pizza.

Lo mejor fue la risa interminable y la lección aprendida: mejor dejar la parrilla a los expertos.

¡Pero qué gran día pasamos!

Aquel viaje improvisado en el que nos perdimos y terminamos en un pueblo desconocido fue legendario.

Sin GPS y con un mapa mal doblado, preguntamos a un anciano que nos contó historias increíbles.

Al final, descubrimos un restaurante escondido con la mejor comida casera.

¡Qué suerte perderse así!

¿Y qué me dices de la vez que intentamos aprender a bailar salsa?

Entre pisotones y risas, el instructor casi se rinde con nosotros.

Pero al final, logramos hacer un par de pasos decentes y nos sentimos como profesionales.

No ganamos ningún premio, pero la diversión fue inolvidable.

No puedo olvidar la noche en la que decidimos ver una película de terror y terminamos gritando como

niños.

Cada sombra nos parecía un fantasma y hasta el sonido del viento nos asustaba.

Al final, dormimos con la luz encendida.

¡Qué manera de demostrar nuestra valentía!