Oración de gratitud por las manos solidarias
Una oración sincera y humilde para agradecer a Dios por cada gesto de caridad, por cada mano que ayuda sin esperar nada a cambio. Reconocemos en esas acciones el latido de Cristo en nuestro mundo. Acompáñanos en esta plegaria que nace del corazón, hablando directamente al Señor con palabras cercanas, honestas y llenas de fe, fortaleciendo tu conexión espiritual y renovando tu esperanza.
Create Your Own
Make AI-powered videos in minutes
Video Transcript
Full text from the video
Señor mío, hoy vengo ante Ti con el corazón lleno de gratitud.
Gracias por las manos que se extienden sin pedir nada, por los corazones que dan sin medida.
En cada acto de caridad, veo tu rostro, tu amor hecho gesto.
Gracias por inspirar a tantos a ser reflejo de tu bondad.
Que nunca falte quien tienda la mano al caído, porque ahí estás Tú, latiendo en silencio.
Padre bueno, te alabo por cada alma generosa que, sin buscar reconocimiento, se convierte en alivio para otros.
Tú, que conoces los corazones, sabes cuánto bien se hace en lo oculto.
Gracias por los que escuchan, por los que consuelan, por los que comparten su tiempo.
En ellos, tu Espíritu se mueve con fuerza.
Que nunca se apague esa llama de amor que enciendes en sus vidas.
Jesús amado, tú que fuiste pobre entre los pobres, te reconozco en cada gesto de ternura hacia el
necesitado.
Gracias por los que se arrodillan para levantar al caído, por los que comparten su pan y su
esperanza.
En cada uno de ellos, tu corazón late fuerte.
Enséñanos a mirar con tus ojos, a amar con tus manos, a servir con tu humildad.
Dios de misericordia, gracias por los que no se cansan de hacer el bien.
Por los que, aun en su propio dolor, se convierten en consuelo para otros.
Tú los ves, los sostienes, los llenas de tu paz.
Que nunca falte quien escuche el llanto ajeno, quien se acerque sin juzgar.
En cada uno de ellos, tu Reino se hace presente, silencioso pero poderoso.
Señor de la vida, gracias por los que siembran esperanza donde solo hay dolor.
Por los que curan heridas con palabras, con abrazos, con presencia.
Tú los envías como ángeles discretos, como luz en la oscuridad.
Que nunca falte quien se atreva a amar sin condiciones.
En ellos, tu Evangelio se hace carne, se vuelve real.
Bendícelos, protégelos, y multiplica su entrega silenciosa.
Amado Dios, gracias por los que no miran hacia otro lado.
Por los que se detienen, preguntan, ayudan.
En ellos, tu compasión se hace visible.
Que su ejemplo nos despierte, nos mueva, nos transforme.
Que aprendamos a ser respuesta, no solo espectadores.
Tú, que eres amor, sigue tocando corazones para que el mundo no se enfríe.
Que tu fuego de caridad nunca se apague entre nosotros.
Te doy gracias, Señor, por cada alma que se convierte en puente, en abrazo, en alivio.
Por cada gesto que nace del amor verdadero.
Que nunca dejemos de ver tu rostro en el hermano.
Que nuestras manos también sean tuyas.
Me despido con el corazón lleno, sabiendo que en cada obra de caridad, tú estás presente, fortaleciendo tu
Fe y la de todos los que creen en el amor.