Pedro, el gallo y el arrepentimiento: ¿coincidencia o señal divina?

Imagina estar en la piel de Pedro: acabas de negar a tu mejor amigo, Jesús, no una, sino

tres veces.

De repente, el silencio de la noche se rompe con el canto de un gallo.

Ese sonido, tan cotidiano, se convierte en el eco de tu error.

¿Por qué un gallo y no otra señal?

El canto del gallo no fue solo un recordatorio, sino un cronómetro divino.

Justo cuando Pedro pronuncia su tercera negación, el gallo canta.

No hay margen para la duda ni para el olvido.

Es un instante tan preciso que parece orquestado desde lo alto, como si el universo entero conspirara para

que Pedro enfrentara su verdad.

Lo fascinante es que el gallo no predica con palabras, sino con un simple canto.

Ese sonido atraviesa el corazón de Pedro, más fuerte que cualquier sermón.

No hay reproches, solo un recordatorio ineludible de lo que acaba de ocurrir.

A veces, el arrepentimiento llega en formas inesperadas y silenciosas, pero imposibles de ignorar.

¿Coincidencia o mensaje divino?

El gallo no solo marcó el error de Pedro, sino que también predicó su oportunidad de redención.

A veces, los momentos más simples son los que nos despiertan de verdad.

El canto del gallo fue el sermón que Pedro necesitaba, y quizás, el que todos necesitamos escuchar alguna

vez en la vida.