Oración para la Humildad y Fortaleza: Un Nuevo Día con Fe
¿Alguna vez has sentido que el éxito puede alejarte de la humildad, o que la adversidad pone a prueba tu fortaleza? Hoy te invito a una oración sincera, hablada desde el corazón, para pedir humildad en los momentos de triunfo y fortaleza cuando la vida se complica. Acompáñame en esta conversación íntima con Dios, agradeciendo cada oportunidad y recibiendo el día con alegría y fe renovada.
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Señor, hoy me acerco a ti con el corazón abierto, reconociendo que todo lo que tengo y soy
proviene de tu generosidad.
Te pido que, en los momentos de éxito, me ayudes a mantener los pies en la tierra y
el alma sencilla.
Que nunca olvide que cada logro es un regalo tuyo y que la verdadera grandeza está en servir
y amar a los demás.
Padre, cuando la vida me sonría y las puertas se abran, recuérdame mirar al cielo y agradecerte primero.
No permitas que el orgullo nuble mi visión ni que olvide de dónde vengo.
Dame la sabiduría para reconocer que cada oportunidad es una invitación tuya a crecer y compartir lo recibido
con quienes me rodean.
Dios mío, en los días difíciles, cuando la adversidad golpea y las fuerzas parecen flaquear, te pido que
seas mi roca y mi refugio.
Dame la fortaleza para enfrentar los retos con serenidad y confianza, sabiendo que nunca estoy solo.
Enséñame a ver cada dificultad como una oportunidad para crecer y fortalecer mi fe en ti.
Señor, gracias por las pequeñas alegrías y los grandes desafíos.
Ayúdame a recibir cada día con una sonrisa y el corazón dispuesto a aprender.
Que no me falte la gratitud, ni en la abundancia ni en la escasez.
Que mi actitud sea siempre de apertura y alegría, reconociendo que cada instante es una oportunidad para acercarme
más a ti.
Padre bueno, enséñame a valorar lo que tengo y a no compararme con los demás.
Que mi mirada esté puesta en lo esencial: el amor, la fe y la esperanza.
Ayúdame a reconocer la belleza de lo simple y a encontrar propósito en cada tarea, por pequeña que
sea.
Que mi vida sea un reflejo de tu bondad y humildad en todo momento.
Dios de amor, ayúdame a ser generoso con mi tiempo y mis palabras.
Que pueda animar a quienes me rodean y ser luz en sus caminos.
Dame la capacidad de escuchar con el corazón y de actuar con compasión.
Que mi fe se traduzca en acciones concretas, y que cada día sea una oportunidad para sembrar bondad
y esperanza en el mundo.
Y para cerrar este momento contigo, Señor, hago mías las palabras de Romanos 12:16: “Vivid en armonía unos
con otros.
No seáis altivos, sino acomodaos a los humildes”.
Que esta verdad guíe mi día y mi vida.
Gracias por tu amor incondicional y por darme la oportunidad de empezar de nuevo cada mañana, con humildad
y fortaleza.