Oración para escribir con el alma y tocar corazones

Señor, vengo ante Ti con el alma desnuda y el corazón temblando.

No busco fama ni aplausos, solo que mis palabras lleven tu aliento.

Inspírame, Padre, para que cada frase que escriba sea un reflejo de tu amor.

Que no escriba por ego, sino por propósito.

Que cada letra sea semilla de esperanza.

Te lo ruego con humildad, desde lo más profundo de mi ser.

Dios mío, tú que conoces los secretos del alma, sopla sobre mí tu sabiduría.

Que no escriba por escribir, sino para sanar, para guiar, para amar.

Que mis palabras no sean ruido, sino eco de tu voz.

Dame la gracia de tocar corazones sin herir, de consolar sin juzgar.

Que cada texto sea un puente hacia Ti, no un muro de vanidad.

Padre amado, siembra en mí la humildad para reconocer que sin Ti, mis palabras están vacías.

Que no me guíe el deseo de ser leído, sino el anhelo de servir.

Que cada historia, cada verso, cada idea, lleve tu esencia.

Que mis textos no sean míos, sino tuyos.

Que quien los lea, sienta tu presencia, no mi ego.

Te lo pido con el corazón abierto.

Señor de la palabra viva, enséñame a escribir con el alma, no con la mente.

Que cada línea que brote de mí sea un susurro tuyo, una caricia para quien la lea.

Que no me pierda en adornos vacíos, sino que hable con verdad.

Que mis textos no entretengan, sino transformen.

Que quien los lea, sienta que le hablas Tú, no yo.

Dios de misericordia, dame el don de escribir con compasión.

Que mis palabras no hieran, sino sanen.

Que no juzguen, sino abracen.

Que cada texto sea un refugio para el alma cansada, un faro para el que busca sentido.

Que no escriba desde la razón, sino desde el amor.

Que cada palabra sea un acto de fe, una oración silenciosa.

Espíritu Santo, guía mi pluma como guías los pasos del justo.

Que no me falte tu luz cuando la inspiración se apague.

Que no me desespere si el silencio llega, porque en él también hablas.

Que cada palabra que escriba sea oración, cada párrafo, un acto de entrega.

Que mi escritura no sea mía, sino tuya, y que en ella habites siempre.

Gracias, Señor, por escuchar esta súplica.

No te pido talento, sino propósito.

No te pido aplausos, sino que mis palabras lleguen donde más se necesitan.

Que cada texto sea un acto de amor, una semilla de fe.

Me despido con gratitud, confiando en que escribiré contigo, no solo para otros, sino también para Ti.

Amén, fortaleciendo tu Fe.