Oración de gratitud por la misericordia renovada cada mañana

Señor, hoy me acerco a ti con el corazón abierto, agradeciendo profundamente por el regalo de un nuevo

día.

No doy por sentado el milagro de despertar, de respirar y de tener la oportunidad de vivir una

jornada más bajo tu mirada amorosa.

Gracias por tu presencia constante, por tu fidelidad que nunca falla y por la paz que siembras en

mi interior cada mañana.

Padre bueno, reconozco que tu misericordia es nueva cada mañana, como un abrazo fresco que me envuelve y

me recuerda que siempre hay una oportunidad para empezar de nuevo.

Hoy quiero agradecerte por tu paciencia infinita y por la manera en que renuevas mi espíritu, dándome fuerzas

para afrontar lo que venga con alegría y confianza en tu guía.

Gracias, Señor, por las pequeñas bendiciones que a veces pasan desapercibidas: el canto de los pájaros, el aroma

del café, la sonrisa de un ser querido.

Cada detalle es un recordatorio de tu generosidad y de tu amor que se manifiesta en lo cotidiano.

Hoy elijo ver tu mano en cada cosa simple y celebrar la vida con un corazón agradecido.

Hoy, Señor, quiero agradecerte por las oportunidades que me das para crecer y aprender.

Cada día es una página en blanco donde puedo escribir nuevas historias, tomar decisiones y acercarme más a

ti.

Gracias por confiar en mí, por darme talentos y por rodearme de personas que me inspiran a ser

mejor.

Recibo este día con entusiasmo y fe en tu propósito.

Dios mío, te agradezco por la serenidad que siembras en mi mente y el valor que depositas en

mi corazón.

Gracias por enseñarme a confiar en tu tiempo y a disfrutar el presente sin ansiedad.

Hoy decido caminar ligero, dejando atrás preocupaciones, y abrazando la certeza de que tu amor me sostiene en

cada paso que doy.

Señor, gracias por la salud, por el alimento y por el techo que me cobija.

No quiero pasar por alto estos regalos que me permiten vivir con dignidad y alegría.

Ayúdame a valorar lo que tengo y a compartir con generosidad.

Que mi gratitud se refleje en mis acciones y que pueda ser instrumento de tu bondad para quienes

me rodean.

Y para cerrar este momento de gratitud, hago mías las palabras de Lamentaciones 3:22-23: “El fiel amor del

Señor nunca se acaba, sus misericordias jamás terminan.

Grande es su fidelidad; sus misericordias son nuevas cada mañana”.

Gracias, Dios, por tu amor inagotable.

Hoy salgo al mundo con la certeza de que tu gracia me acompaña y me renueva siempre.