Oración cuando te sientes inútil o sin valor

Señor, hoy vengo ante Ti con el corazón cansado.

Me siento pequeño, sin rumbo, como si no tuviera nada que ofrecer.

A veces me pregunto si mi vida tiene sentido, si realmente importo.

Pero en medio de esta oscuridad, levanto mi voz hacia Ti.

Recuérdame, Padre, que en tus manos incluso lo más débil tiene propósito.

No me dejes olvidar que Tú no haces errores.

Dios mío, a veces me siento como una sombra, invisible para el mundo.

Me esfuerzo, pero no veo frutos.

Me comparo y me hundo.

Pero Tú, que ves lo que nadie ve, sabes lo que hay en mi interior.

Te pido que me muestres cómo me ves Tú.

Ayúdame a recordar que no necesito ser grande para ser valioso en tu Reino.

Padre, a veces me siento como una pieza que no encaja, como si no tuviera lugar en este

mundo.

Pero Tú eres el Creador de todo, y no haces nada sin intención.

Si me hiciste, es porque tengo un propósito.

Aunque no lo vea ahora, confío en que estás obrando.

Enséñame a esperar en Ti, a confiar en tu tiempo y en tu plan.

Jesús, Tú que caminaste entre los olvidados, sabes lo que es sentirse rechazado.

Me acerco a Ti con mis dudas, mis heridas, mis silencios.

No busco respuestas rápidas, solo tu presencia.

Recuérdame que no estoy solo, que Tú estás conmigo incluso cuando no lo siento.

Que mi valor no depende de lo que hago, sino de a quién pertenezco: a Ti.

Señor, a veces me invade la sensación de que no soy suficiente.

Que mis errores me definen, que mis fracasos me condenan.

Pero Tú, que ves más allá de mis caídas, me llamas por mi nombre.

Me recuerdas que soy tu hijo, tu hija, amado sin condiciones.

Ayúdame a creerlo, a vivir desde esa verdad, y no desde la mentira del rechazo.

Dios de misericordia, cuando me siento inútil, recuérdame que Tú usas lo débil para mostrar tu poder.

Que no necesito tenerlo todo resuelto para ser instrumento en tus manos.

Que incluso en mi fragilidad, puedes hacer maravillas.

Dame ojos para ver como Tú ves, y corazón para seguirte aunque no entienda.

Que mi vida, por pequeña que parezca, sea semilla en tu Reino.

Señor, gracias por escucharme.

Aunque mis palabras sean torpes, Tú conoces mi alma.

Hoy te entrego mi sensación de vacío, mi lucha con el desánimo.

Lléname con tu verdad, con tu amor que no cambia.

Recuérdame que en tus manos tengo valor eterno.

Que no estoy perdido, que soy tuyo.

Y eso, solo eso, basta.

Amén.