El Espíritu Santo: Descenso en Pentecostés
El día de Pentecostés marcó un antes y un después para los discípulos de Jesús. El Espíritu Santo descendió con poder, transformando a los apóstoles y dando inicio a la expansión del cristianismo. Descubre cómo ocurrió este evento y su impacto en la historia de la fe.
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Imagina estar reunido con tus amigos, cuando de repente un estruendo sacude la casa.
Así fue Pentecostés para los discípulos de Jesús.
Un viento poderoso llenó el lugar y lenguas de fuego se posaron sobre ellos.
No era un fenómeno natural, sino la llegada del Espíritu Santo, cumpliendo la promesa de Jesús antes de
ascender al cielo.
De repente, los discípulos comenzaron a hablar en diferentes idiomas, algo que nunca habían hecho antes.
La gente en Jerusalén, venida de muchas naciones, los escuchaba maravillada.
¿Cómo podían estos galileos hablar sus lenguas?
No era confusión ni locura, sino el poder del Espíritu Santo capacitándolos para llevar el mensaje de Jesús
al mundo.
Pedro, antes temeroso, se levantó con valentía y habló a la multitud.
Explicó que lo que veían era el cumplimiento de la profecía de Joel: Dios derramando su Espíritu sobre
toda carne.
Su mensaje fue tan poderoso que miles de personas se conmovieron y decidieron seguir a Jesús.
Pentecostés no fue solo un evento, sino el inicio de la Iglesia.
Desde aquel día, el Espíritu Santo ha guiado y fortalecido a los creyentes.
No fue solo un momento histórico, sino el comienzo de una transformación continua.
Pentecostés nos recuerda que Dios sigue actuando, dando poder y dirección a quienes buscan su presencia.
¿Has sentido alguna vez esa fuerza en tu vida?
Su impacto sigue vivo hoy.
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